Para el sexto acto de "The Performers", una serie de vídeos originales de GQ creada en colaboración con Gucci, el bailarín y coreógrafo Michael Clark viaja a Japón en busca de creatividad y autoexpresión.
"Empecé a bailar a los cuatro años, colándome a las clases de baile escocés de mi hermana; una sorpresa incluso para mí, que siempre me había sentido acomplejado por mi cuerpo", explica Clark. En el vídeo, el rebelde bailarín aparece actuando en distintos lugares de Tokio, entre ellos un hotel ecléctico y unos baños públicos.
La carrera de Clark comenzó con la danza clásica tras obtener un puesto de bailarín en el Royal Ballet. "Era muy serio. Me hicieron radiografías de las muñecas para ver cuán alto sería. No encajé", dice. "No por la ética del trabajo sino porque, bueno, fue a finales de los años 70 y... llegó el punk. Me atrajo su energía, el caos que representaba."
Más tarde, creó su propia compañía de danza y llevó sus actuaciones a Japón.
"Creo que los japoneses comprendieron mi trabajo antes que yo".
"Mi primer contacto con Japón fue a través de David Bowie, gracias a las referencias que utilizaba en su vestuario", recuerda Clark, quien recorrió el país con su madre y Leigh Bowery en los años 80. "Puedo identificarme con la singularidad de Bowie. Los japoneses encuentran la belleza en las cosas más extrañas y, en especial, en la naturaleza. Existe una admiración por ella que me sorprende.
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